Introducción a la obra de Lacan (IX)

magritte_conexiones-peligrosasEl estadio del espejo

Es la primera y fundamental aportación de Lacan al psicoanálisis. Fue escrito cuando tenía 35 años, para el congreso de 1936 en Marienbad, Alemania. No fue leído en las ponencias[1] y estuvo durmiendo hasta 15 años después.

Veamos de qué se trata: para introducirlo, haremos un breve comentario sobre un texto oficial de los Escritos (p. 86-93). Se trata del estudio del estadio del espejo, como formador de la función del Yo, tal como se nos revela en la experiencia analítica. Para empezar, es necesario decir que es un escrito de 1949, trece años después del congreso de Marienbad. Es un texto difícil, que condensa todo el itinerario recorrido por Lacan desde 1936. En el mismo, Lacan nos dice que el niño constituye su unidad alrededor de la imagen de su propio cuerpo en el espejo.

Cosa que, como ya he dicho antes, vamos a ver de inmediato, exige sólo una aclaración. Por la segunda Tópica freudiana, el aparato psíquico consta de tres instancias, a saber: Yo, Ello, y el Superyo. Esta es la novedad en la formulación lacaniana; en ella aparecen dos referencias bien distintas al Yo. En castellano desgraciadamente Yo y je, pronombre personal de la primera persona singular, son idénticos. Lacan los separa, entendiendo por Je siempre la función de sujeto, y por Yo (moi), el Yo de la segunda Tópica. O sea, Yo (moi), se refiere al Yo como instancia freudiana. El Yo (je) es el Yo, el que habla (el que es hablado). Con respecto a la formulación del Yo (je) en contraposición al Yo (moi) de la 2° Tópica, por si aclara algo la formulación que del mismo hace Lacan, la encontrarán en p. 247 del Seminario I (escritos técnicos de Freud).

Definición del estadio del espejo

Experiencia durante la cual el infans (niño/niña), realiza la conquista de la ima­gen de su propio cuerpo. La identificación primor­dial del niño con esta imagen va a pro­mover la estructuración del Yo (je) poniendo punto final a lo que Lacan denomina fan­tasía del cuerpo fragmentado.

Antes de este estadio el niño no ve su cuerpo como una totalidad unificada, sino como algo disperso. Esta experiencia del cuerpo fragmentado, que aparece tanto en los sueños como en algunas psicosis, se pone a prueba en la dialéctica del espejo, cuya función es neutralizar la dispersión angustiante del cuerpo en favor de la unidad del cuerpo propio.

Veamos el proceso (el niño tiene de 6 a 8 meses). Primeramente el niño percibe su imagen como si se tratara de algo real que intenta atrapar. Esto demuestra que hay una confusión primaria entre uno y el otro. Esto se confirma con la relación que el niño mantiene con los otros, esta primera etapa confirma que se establece claramente un vínculo entre el niño y el registro imaginario. En un segundo tiempo el niño entra en un proceso identificatorio: el niño descubre que el otro del espejo no es un ser real, sino una imagen, ya no intentará pues atraparla y su comportamiento comenzará a indicar que sabe distinguir la imagen del otro de la realidad del otro.

En la tercera fase, el niño se asegura que la imagen que ve es un reflejo y adquiere la convicción de que solo es una imagen, y que se trata de la suya. Al reconocerse el niño reúne la dispersión del cuerpo fragmentado en una totalidad unificada, que es la representación del cuerpo propio. Entonces la imagen del cuerpo es estructurante para la identidad del sujeto, que realiza a través de ella su identificación primordial.

La dimensión imaginaria subyace de principio a fin del proceso, desde que el niño se identifica con algo virtual (imagen óptica) que no es él como tal, pero en la que se reconoce. Es pues un reconocimiento imaginario. El reconocimiento de sí mismo a partir de la imagen del espejo se efectúa (por razones ópticas) a partir de indicios exteriores y simétricamente inversos.

Es por eso que la unidad del cuerpo se esboza como exterior a sí misma e invertida. La dimensión de este reconocimiento prefigura así, para el sujeto, el carácter de su alienación imaginaria, desde donde se perfila el desconocimiento crónico que no dejará de mantener consigo mismo. Vamos pues a introducirnos en dos conceptos fundamentales: el concepto de registro imaginario y el concepto de registro simbólico.


[1] En realidad Ernest Jones interrumpe la exposición de Lacan a los diez minutos de iniciada; Elisabeth Roudinesco, La batalla de cien años, 2, Historia del psicoanálisis en Francia, Madrid.

0 comentarios: