Introducción a la obra de Lacan (VIII)

El signo lingüístico: la puntada

Ya hemos dicho que un signo lingüístico une un concepto a una imagen acústica. La imagen acústica no es el sonido material, cosa física puramente, sino la huella psíquica, la representación que en él nos da el testimonio de nuestros sentidos.

En 1956, Lacan lanza la noción de puntada en el grafo del deseo. Para Lacan la puntada es ante todo la operación a través de la cual el significado detiene el deslizamiento de la significación que de otro modo sería indefinida[1]. En otras palabras, es el hecho por el cual el significante se asocia al significado en la cadena del discurso. Veamos pues la representación gráfica:

Foto6

En ella vemos como el vector representa la puntada que engancha en dos puntos la cadena significante . Podemos decir entonces que el signo tiene sentido –retroactivamente– en la medida en que la significación de un mensaje sobreviene sólo al término de la articulación significante misma. Esta dimensión retroactiva del sentido se materializa en el esquema de la puntada. A través del sentido retrógrado del vector , la puntada detiene el deslizamiento de la significación en la dimensión a posteriori. La ambigüedad del problema de la enunciación se debe en gran parte a esa delimitación de la significación en el a posteriori de la articulación.


[1] Jacques Lacan, Subversión del sujeto y Dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano, Escritos II, México, Siglo XXI. 1989, p. 785.

1 comentarios:

Martin Dor dijo...

Todo muy lindo, sólo te faltó citar la fuente de la cual tu blog es un parafraseo: Joel Dor, Introducción a la Lectura de Lacan, gedisa