Oh, Wien, stadt meiner träume!! (Parte XIV)

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A veces, sólo a veces, entre pruebas desagradables y estudios de última generación en diagnostico medico (TACs, PETs, RMNs) y otras que les ahorro, a uno le da tiempo -mirabile visu- a visitar hospitales y hacer psicoterapia a los pacientes para sacar fuerzas (no sé muy bien de dónde)

En esos momentos, recordando el azote de la peste bubónica que asoló Europa por siglos, caí en la cuenta de que, de no haber sido por hombres y mujeres de aquel tiempo, seguirían echándole la culpa de la epidemia a los de siempre, a brujas, hechiceros, trompeteros del juicio final, homosexuales, desviacionistas religiosos y un largo etcétera…

El azote del siglo XXI es otro, los culpables se llaman VIH, Carcinomas, linfomas, etc…

Caí en la cuenta de dos cosas. Primero, que ha remitido la histeria y la paranoia un poco y, al mismo tiempo, que hay un desfase entre la humanidad y las épocas. Pero claro, así es el zeitgeist. Volví a mi terreno y recordé que hablándoles de Viena había olvidado relatarles, de pasada, los centros emblemáticos de salud de esta ciudad.

Locos, que se dice, ha habido siempre. En Viena desgraciadamente debía haber bastantes, y al despotismo ilustrado se le ocurrió recluirlos en la Narrenturm, es decir, la torre de los locos. Un edificio singular y redondo donde metían a todo aquel que andaba con las neuronas revolucionadas. Les cuento esto porque en el resto de Europa la cosa iba a la par y, además, hasta que no llegó la primera revolución psiquiátrica -allá por el fin del siglo XVIII- los inquilinos de esta casa andaban encadenados como si los peligrosos fuesen ellos.

Por cierto, si la quieren visitar es excelente la exposición permanente de su historia y mil curiosidades más. Anecdóticamente, se encuentra en el distrito de Alsergrund, como la residencia de Freud.

AKH-Wien-ModellCon el tiempo, y a raíz de las grandes reformas, se habilitó un antiguo edificio con sus infinitas ampliaciones que llegó a convertirse en el Allgemeines krankenhaus o Hospital general de Viena, donde trabajaron durante tiempo viejos conocidos de todos los profesionales de la salud física y  mental. El edificio está ubicado no lejos de la torre anteriormente citada, curiosamente en el mismo distrito de Alsergrund, así que podrán visitar ambas el mismo día.

En el Allgemeines krankenhaus -o AKH, abreviado- trabajó el premio Nobel de medicina Julius Wagner-Jauregg, famoso por sus descubrimientos sobre el bocio, por la piroterapia y por realizar importantes estudios sobre la psicosis. Era bastante socarrón y, al enterarse que su alumna favorita se había pasado al psicoanálisis, le solía decir al encontrársela por la calle “Doctora Deutsch, ¿ya le ha convencido el profesor Freud de que quiere matar a su madre y desea casarse con su padre?” A lo que Helene le respondía: “No, aún no; pero lo intenta, lo intenta…”. Y así le daba esquinazo.s821100a

Recuerden que en la Viena finisecular los hospitales miraban por encima del hombro a cualquier institución de otro país. Finalmente, y de manera acorde al espíritu de los tiempos, el arquitecto jefe de la Secession vienesa, Otto Wagner, creó para el complejo de enfermos mentales la Kirche am Steinhof en Penzig (distrito vienés), la Iglesia de San Leopoldo o de los locos.

Ya ven, de las cadenas de la Narrenturm a los bancos de una Iglesia declarada, cómo no, Patrimonio de la Humanidad.

Les dejo con una pregunta, ¿será por casualidad que la maravillosa Iglesia está en el distrito de Alsergrund, barrio de Freud?

Reflexionen un poco, porque en mi ciencia la casualidad… no existe.

Servus.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Ánimo, Valentín! Sigue luchando, que tienes fuerzas para eso y para más. Y cuando te fallen las tuyas, echa mano de las de aquellos que te queremos que, aunque en la distancia, seguimos haciéndolo. Enhorabuena por el blog, es sensacional. No me dejo nada sin leer.Un fuerte abrazo.Marta.

Valentín Sánchez Baumgarten dijo...

querida Marta
muchas gracias por tu comentario, me ha sorprendido que te agrade tanto, y me alegro mucho más.
un fuerte abrazo.

Teresa Coll Sanmartín dijo...

Hay una asociación en Viena, cuya dirección ignoro, que se llama “Club Encuentro”, así tal cual, en español. Hay por otro lado en el parque Güell de Barcelona un pequeño rincón llamado “Jardín de Austria”, formado por abetos y otros árboles propios de los bosques alpinos y creado como recordatorio de la historia que ahora trataré de resumir.
Estos dos lugares se encuentran unidos afectivamente por un vínculo de solidaridad nacido hace más de cincuenta años
Los principales protagonistas de dicha historia fueron llamados “los niños de la mantequilla”, y a las madres de estos pequeños se las llamó, a su vez, “las madres de las ruinas”, pues viudas o esposas de desaparecidos, repatriados, etc., no podían hacer mucho más que rebuscar la subsistencia deambulando por los restos de una Viena brutalmente bombardeada.
A partir de 1945 la comunidad internacional empieza a ver, o digamos que más bien comprueba de forma aplastante, que Austria ha sido la principal víctima de Hitler. El país, y sobre todo su capital, vive una situación absolutamente catastrófica.
Viena está destruida, las familias rotas y los niños, sobre todo los niños, en una situación límite, huérfanos, desnutridos, enfermos y con una tasa de mortandad enorme y creciente.
En un amplio discurso pronunciado por un político austriaco tras la guerra, éste, aludiendo a los niños dijo: “sois la generación de las danzas de difuntos, de las noches de bombas”, “en lugar de mantequilla os dieron cañones, en lugar de educación os dieron propaganda”.
El canciller hace un llamamiento desesperado a la ONU y múltiples organismos internacionales responden con su solidaridad, siendo en este contexto donde Cáritas organizó lo que llamaron “vacaciones de recuperación”. Se trató del envío de niños a otros países de Europa donde fueron acogidos por familias que les proporcionaron la recuperación física y psíquica que tanto necesitaban. Los principales países de acogida fueron Suiza, Bélgica y España.
Los niños fueron enviados a los diferentes destinos en trenes salvados prácticamente de la chatarra y acondicionados en lo posible para este fin.
La mayoría eran vieneses, pues la preferencia la tenían los que estaban en peores condiciones familiares(huérfanos, sin techo, etc.), y, sobre todo, en peor estado de desnutrición, y Viena era en su conjunto la zona más castigada del país.
Algunos de estos niños fueron acogidos en ciudades del norte de España pero parece que la mayor parte de ellos convivieron con familias bien acomodadas de Cataluña, lo cual es de entender ya que España estaba aún sumida en la posguerra y las familias humildes vivían también en la miseria.
Estas estancias se realizaron desde 1947 hasta 1956. Algunos, la mayoría, permanecieron en nuestro país unos meses o un año, regresando a Viena recuperados y cargados de maletas de “rico”, llenas de buena ropa y buena comida, otros, por acuerdo entre las familias, pasaban aquí durante años el curso escolar y regresaban a Viena cada periodo vacacional. En menor número estuvieron los que fueron adoptados definitivamente por las familias inicialmente de acogida.
En cualquier caso se crearon vínculos tan fuertes de amistad, familiares e incluso culturales, que todavía perduran actualmente. El club Encuentro de Viena, centro de reunión de los que fueron los “niños de la mantequilla”, organiza viajes a España, acuerda reencuentros entre las familias de ambos países, celebra comidas de cocina española e incluso hablan entre ellos aún el castellano, como un homenaje a algo así como su segunda lengua madre, o también puede entenderse como un homenaje evidente a los que fueron sus “otros padres”.
Pido disculpas por un escrito que pretendía ser solo un apunte corto y no he podido resumir mejor. El tema me ha parecido de interés porque da la medida de hasta donde debió ser negra la negra noche de bastantes años a la que aludió Valentín en uno de sus artículos y también por esa vinculación “anecdótica” entre Viena y Barcelona que se enmarca dentro de la llamada “letra pequeña de la historia”, lo que casi nunca llegamos a leer y que sin embargo es lo más clarificador.

Valentín Sánchez Baumgarten dijo...

Querida teresa muchisimas gracias por la reseña histórica y el artículo comentario tan hermoso como solo tú puede escribir alguien un abrazo