La clínica en su cotidianidad V

A propósito de las entrevistas únicas, hoy os presento un caso de demanda telefónica. Allí donde no se hizo ningún tipo de pedido, pero que aparece (de manera subvertida) en el discurso. Casos como estos se encontrarán a menudo aquellos que se dediquen a la psicoterapia, pues el sujeto quiere saber sobre sí mismo -como explico en el texto- por apósita persona, es decir: hacer el viaje sin pagar billete:

Ernest Jones vs. Marie Bonaparte

Corría el año 1938, cuando tras la caída del austro-fascismo y el asesinato del Canciller Dollfus, Adolf Hitler decidió con su propio beneplácito y el de sus correligionarios, declarar la “Anschluss” (anexión) de Austria al III Reich, en una suerte de juego malabar en el cual despojó al país incluso de su nombre, pasando a llamarlo Ostmark (o lo que es lo mismo: marca oriental), en una suerte de provincia fronteriza con los Balcanes.
Conviene recordar al lector que el mismo Führer era austriaco, aunque para algunos resulte chocante. Es claro que desde la llegada de los nazis al poder, en esta suerte de nueva región se iban a implementar las mismas leyes raciales que llevaban cierto tiempo causando estragos en Alemania.
Freud y su familia, al igual que tantos otros, se vieron inmersos en el peligro real de un exterminio, al que solo sobreviviría parte de la familia. Debió ser duro para un europeo de su talla tener que pasar por la ratificación (in situ), de su propia teoría thanática sobre el ser humano, acostumbrados como estaban a un estado de bienestar que venía durando varias décadas. Europa, Europa…
Se sabe que Ernst Jones intentó convencer al Doctor Freud de la necesidad de refugiarse en un país, Gran Bretaña, que aunque enemigo en la Primera Guerra Mundial, mostraba una humanidad de la que otras naciones adolecían. (Por cierto, solo un país en el mundo protestó ante la Sociedad de Naciones por la anexión: México. Los demás se arrimaron al sol que por aquellas fechas más calentaba).
Freud nunca quiso salir ni de su casa ni de su ciudad. Sólo cuando un sombrío día la Gestapo se llevó a su hija Anna, bajo arresto, al cuartel general de la Morzinplatz de Viena, comenzó a plantearse seguir la senda del exilio.
Hemos titulado el artículo “Jones versus Marie Bonaparte”, porque últimamente se atribuye a la gestión de Jones el mérito del asilo de Freud, cuando sus influencias fueron escasas. Fue mérito de Marie Bonaparte (sobrina nieta de Napoleón I y por tratamiento Princesa Imperial) que sus gestiones, (face to face) con el dictador Italiano Mussolini, que Freud y parte de su familia pudiera escapar de Austria. Así fue como se produjo la segunda diáspora, vía Paris, hasta Londres.
Otros no tuvieron la misma suerte, incluyendo a las hermanas de Freud. Del mismo modo, algunos que emigraron no pudieron asimilar la pérdida de su mundo anclado en un ayer, irremediablemente perdido.
El por qué de este artículo se halla en la página hermanada de Gerardo F. Santamaría. Allí se ha adjuntado para descarga el documental “The century of the Self” (de visionado más que recomendable, por otra parte), en el que se le atribuye a Ernst Jones el mérito íntegro del exilio freudiano.
Saludos afectuosos.

La clínica en su cotidianidad IV

Quiero recordar a los lectores de estos casos titulados "La clínica en su cotidianidad", que venimos tratando los casos de pacientes que realizaron una única entrevista o, como veremos en el caso que hoy nos ocupa, que al poco de comenzar dejaron el tratamiento. Dejo aquí el enlace:
Si Freud publicó sus cinco casos no finiquitados en sus Obras Completas, los demás (o si prefieren: "el resto"), no tenemos por qué presentar casos cerrados y resolutos para mostrar al lector lo bien (o mal) que realizamos una praxis que se supone, en principio, ha de ser correcta.
No menos que aquí.

Oh, Wien, stadt meiner träume!! (Parte II)

Sabiendo que el estilo es el hombre a quien uno se dirige, les diré que en las oficinas centrales de Strudelhofstigegasse – no se asusten, es una calle- se custodian alrededor de un millón de dichos y contradichos vieneses, pues los habitantes de esta Ciudad, aman sus frases cliché y sus slogans.
Uno de los más famosos y que todo ciudadano conoce reza: Der Tod Muss ein Wiener sein, genau wie die Liebe ist Französe, que significa: La muerte es vienesa, tan seguro como que el amor es francés. ¿Por qué será?
Y es que en esta ciudad cuando nace un infante, el bautismo se convierte en el segundo suceso social para el neófito. El primero, sin duda es registrar al niño como socio en una compañía de pompas fúnebres, normalmente con nombre tan sugerentes como "el lucero matutino", "el nuevo amanecer", etc. Les aseguro que no se trata de nada tétrico, y paso a relatarles el por qué.
Desde antiguo Viena se ha vendido como una urbe que ama los placeres mundanos; recuerden si no como en el congreso de 1815, cuando se repartieron Europa jugando a los bolos en el palacio de Schoenbrunn, los periodistas informaban a sus cancillerías que el congreso no avanzaba pero... que bailaba muy bien. Y es que placer con política hace más llevadera, o al menos entonces la hacía, la vida de aquellas gentes.
La ausencia de todo rastro de miedo en los vieneses de pura cepa es memorable con respecto a "la vieja Señora", - así la llaman, a la muerte-, quizás debido a que, desde el kindergarten, los maestros se empeñan en anteponer la frase "todo lo que nace tiene que morir" a cualquier relato sobre Santa Klaus. Es así que en los periódicos las esquelas son cualquier cosa menos aburridas. Les traduzco una a modo de ejemplo:
Ejemplo 1: Frau Helen Zuekerbueller (nacida Himpelhof von Asenberg).
Esposa viuda del consejero aúlico Conde Ribenatt, les informa que si leen esta esquela, ha cambiado de domicilio. La misa se realizará...
Les aseguro que este ejemplo está extraído de eso que llaman realidad cotidiana.
No se trata de un insulto a los muertos, se trata, en el caso vienés, de la seguridad de que ante lo inevitable, la dignidad debe ir acompañada de cierto sentido del humor que eleva a sus habitantes a una posición que ellos estiman, al menos, superior.
Ustedes se preguntaran, ¿y a dónde los llevan? Pues queridos lectores, al Cementerio Central, al Wiener ZentralFriedhof, de la Simeringer Hauptstrasse. Digamos que los vieneses se mudan de allá donde vivieron hasta el distrito 10. Y es que más pronto o más tarde todos van al mismo sitio.
Hay un dicho que reza: "Zurich es el doble de grande que el cementerio central de Viena …pero también el doble de aburrido" , y es que en cualquier estación del año, pasear por el cementerio central, con sus avenidas, restaurante, biblioteca para visitantes y un largo etcétera , se convierte en una delicia. Cultura vienesa, ¿saben?
Las líneas de autobuses lo cruzan así como el famoso tranvía rojo. Si se aburren, en lugar de visitar a un conocido, dense una vuelta por la sección "caídos de la Primera Guerra Mundial", y si pretende fraternizar con otras culturas, "el sector de camposanto hebreo" le recibirá con los brazos abiertos en la nueva Jerusalén.
En el centro de esta enorme necrópolis se encuentra la iglesia del Dr. Karl Renner, construcción modernista famosa desde que el grupo británico Ultravox decidiera usarla para los fotogramas finales de su clip musical Vienna.
Y es que nos encontramos, a día de hoy, con una ciudad que a duras penas roza los dos millones de habitantes censados, y los cuatro millones y medio censados en otro estado. Pero, eso sí, siempre en su lugar: el Zentralfriedhof, en la Simeringer Hauptstrasse. Les recomiendo hacer la visita de rigor si pasan por Viena, en cualquier estación del año. Aunque en invierno el frio no congela, directamente crioniza, por más que Joël Dor -amigo, padre y antiguo psicoanalista del que esto escribe-, decía que "frío" era un significante secundario que siempre hacía referencia a otra cosa… les aseguro que esa otra cosa estaba fría, muy fría.
Por cierto, un día les contare de qué color es el Danubio.

Oh, Wien, stadt meiner träume!!

En el hastío del estío, seguiremos trabajando por la difusión de lo que llamamos psicoanálisis. Pero permítaseme una licencia.
Es así como muchos humanos, sin saber qué hacer, sueñan y a veces realizan algún viaje en el que se las prometen felices.
Hay ciudades -y les aseguro que las hay- que te dejan chocado en una suerte de rapto, y ya no puedes vivir sin ellas. "No busco, encuentro", que decía Pablo Picasso.
Es el caso que me atañe con una ciudad distribuida radialmente en sentido de las manecillas del reloj, y que por llevarle la contra al mundo ha pasado de ser una de las tres ciudades más grandes del siglo XIX, a ser una ciudad que solo tiene de capital, su nombre y su historia, más un largo etcétera imposible de narrar.
Me refiero a Wien, Viena, o como gustan en llamarla en la actualidad y en las agencias de viaje: Vienna.
Desde la Innere Stadt o primer distrito con un palacio imperial de invierno donde cabrían – y les aseguro que ni se cruzarían- todas las monarquías que aún reflotan, hasta los museos o la sociedad de música que sigue pavoneándose todos los días primero de año, allí donde aunque los caminos no se cruzan los pentagramas vuelan en un perpetuum mobile.
Tanto el segundo distrito con el Prater como el tercero no tienen desperdicio, con su ficticia frontera entre Europa occidental y Europa oriental, allí donde comienza la Landstrasse Hauptstrasse, y así saltando calles atestadas de europeos orientales, en busca del PC más bueno, bonito y barato, llegamos al distrito Alsergrund, cuya archifamosa calle Berggasse alberga en el patio 19 la casa de Freud y sus interminables escalones…
Viena no es en sí una ciudad, es un mundo a visitar, en la superficie y en las catacumbas de su barrio de la Bluttgasse.
Les confieso que a veces, y solo a veces, cuando me embarga la nostalgia, me asomo a mi ventana valenciana y estiro el cuello en vano intento, siempre fallido, de ver la aguja de la catedral de San Esteban.
Dicen –o al menos dicen que lo dijo Enrique IV-, que Paris bien vale una misa. Les diré que estoy de acuerdo, pero no siendo mejor lo mejor de París, Viena, ¡oh Viena!, bien vale un Imperio.
Y es que aunque la finis Austriae esté ya lejos, continúa en el corazón.
Por cierto, un día les contaré de qué color es el Danubio.

La clínica en su cotidianidad III

Comprometidos como estamos a subir a la red apuntes de casos clínicos, hoy os presento el caso de una entrevista en la que quedó claro, desde el primer momento, quién no debía acudir a tratamiento.
Un saludo, y espero que dentro de poco volvamos a comunicarnos a través de estas páginas.

Die Fledermaus

Lo prometido es deuda: desde la madrugada del día 22 os subo a la blogosfera el ensayo que incluí en Un niño de 100 años. El texto es un claro ejemplo de la dominancia del significante en el simbólico del paciente:

De nuevo, cualquier duda o comentario ya sabeis dónde dejarlo reflejado.
Espero que os guste.

¿Mañana será el día?

En 1988, el presidente de la Fundación del Campo Freudiano me invitó a presentar un trabajo (clínico) sobre alguno de los pacientes que hubiera llevado en mi ejercicio profesional. Así fue como le entregué un pequeño resumen que se convirtió en artículo, siendo publicado (junto a otros trabajos de diferentes compañeros), bajo el título global de Un niño de 100 años (haciendo velada referencia al siglo de andadura psicoanalítica).
El caso presentado lo titulé Die Fledermaus, debido a que en él se daban 3 circuntancias:
  1. Que al analizante era de lengua alemana.
  2. Que era austriaco, aunque hubiese deseado ser austro-húngaro.
  3. Que era admirador fanático de Strauss hijo.
Creo que, al menos en el título, acerté. Y como el vuelo del murciélago, así, sin pena ni gloria y con cierta nocturnidad, quizá llege a vuestras manos a lo largo de la madrugada.
¿Mañana será el día?

La clínica en su cotidianidad II

En este apartado presento hoy una primera entrevista (de nuevo, familiar) de un analisis que jamás tuvo lugar.
Se trata de una petición de terapia mal construida porque, una vez más, los padres desconocían quiénes eran los verdaderos necesitados de tratamiento.
Dicté este caso de una sola entrevista en el primer ciclo de conferencias que impartí en 1992, en el Aula Magna de la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación de la ciudad de Valencia.

Nostalgia

Os subímos al blog unos segundos de una filmación en la que aparece Freud:

Aunque sólo sea por su valor documental, no deja de ser interesante disponer de estos documentos del padre del psicoanálisis. Si encontrais otras tomas que considereis interesantes, no dudéis en hacérnoslo saber para subirlas. Un saludo a todos.

La clínica en su cotidianidad I

Con el título de “La clínica en su cotidianeidad” inauguramos una nueva sección donde intentaremos comprometernos con un designio: presentaros breves esbozos de primeras entrevistas, a fin de que podais extraer de la clínica un aporte teórico:

Espero que sea de vuestro agrado.

Rorschach

Os adjunto una breve introducción al test de psicodiagnóstico de Rorschach, del que vengo dictando un seminario desde el 2006.

Esta aportación no hubiese sido posible sin la colaboración de la pedagoga Ana Tapia Racionero, cuya formación nos ha ayudado a mí y a Gerardo Fernandez Santamaría a haceros llegar estos pequeños apuntes de una obra que, cuanto más conozco, más enorme me parece:
"Introducción al sistema Rorschach"

Actualizado: En el psicoblog de Gerardo se adjunta una introducción básica al significado de las láminas, pese a que el material (por motivos de copyright), esté parcialmente mutilado.

Entrevista-tipo infantil

Os adjunto (en formato Adobe Acrobat) un artículo con el que os invito a descubrir la orientación del Maud Mannoni en psicoanálisis infantil. El texto lo presenté en la ponencia de "Psicoanálisis infantil" de las Primeras Jornadas de Psicoanálisis en la Safor, en Julio del año 2000:
Espero que mi trabajo os resulte de ayuda.

Primeros pasos

Comienza la andadura de este Blog personal. A partir de este momento esta página (junto a su filial: el blog de Gerardo), albergará información diversa sobre psicoanálisis, seminarios, nuestras clínicas... Espero que se convierta en un proyecto vivo, y que con vuestros comentarios ayudeis a darle sentido.
Un saludo.