Los tópicos muchas veces solo sirven para mantener ideas falsas. De hecho, le decía hace poco a una buena amiga (residente en la pequeña ciudad de Cullera-Rivas-vaciamadrid), que ni el río Danubio “pasa” por Viena, ni el croissant -como ya les comenté- es galo, ni el Serenísimo Imperial y Real Palacio de
Schoenbrunn es el más grande.
Por partes: el río Danubio, además de ejercer de limes o frontera entre el imperio romano y las tribus bárbaras, ha sido un temible enemigo cada vez que se ha desbordado, barriendo a su paso los distritos centrales de la ciudad. Es por ello que en el último tercio del siglo XIX, se encomendó al arquitecto Otto Wagner la ingente tarea de realizar un canal de desagüe, de modo que se impidiera la inundación de lo que podríamos llamar la zona noble.
Con el tiempo y tras realizar el trabajo, el canal -llamado en la ciudad
DonauKanal, o si lo prefieren canal del Danubio-, se ha convertido en una zona de paseo a pie o en barco, que permite al viajero a través del sistema de exclusas “salir” a la navegación por el gran río.
No obstante ustedes se preguntarán, ¿entonces, por dónde transcurre el bello Danubio azul? …Bueno, allí donde termina cuasi-oficialmente la ciudad y a la orilla de la Iglesia de San Francisco de Asís -también llamada del
Jubiäum-, comienza lo que se denomina gran Danubio; abierto, cómo no, al tráfico fluvial internacional.
De todas las maneras conviene recordar al lector que en la margen derecha de la ciudad, y por este orden, nos encontramos con el rio Danubio a su derecha y, en un tramo de veintipico kilómetros en paralelo, hallamos el nuevo Danubio. A su derecha, el antiguo Danubio, donde se ubica ONU-City, una de las tres sedes mundiales de la ONU.
Fue en los años setenta del siglo XX cuando se realizó la faraónica obra del nuevo canal de desagüe, creando lo que se ha venido en llamar el nuevo Danubio. En él evidentemente no encontraremos tráfico fluvial, estando solo permitido para el esparcimiento de viandantes y nudistas, pues su creación en paralelo al gran Danubio dió lugar a un tramo de tierra entre los dos ríos que ha formado una isla artificial (isla del Danubio). Los vieneses –tan dados a los apodos- la denominan socarronamente “la isla espagueti”, en clara alusión a su longitud.
Yo, humildemente, les recomiendo que hagan el trayecto o excursión que ofrece la compañía fluvial del Danubio (
Donaudampfschiffahrtsgesellschaft, en alemán). Resulta absolutamente deliciosa la experiencia de navegar desde Viena hasta la abadía benedictina de
Melk, admirando el gran valle de la
Wachau. Quizá los treinta kilómetros más hermosos de Europa.
Durante el viaje, verán el pequeño pueblo de
Krikau, el hermoso campanario de
Stockerau (a orilla del río), la famosísima villa de
Melk y un largo etcétera, incluido el castillo en el que estuvo invitado -a la fuerza- el rey inglés Ricardo corazón de león cuando retornaba de su cruzada a tierra “santa” en lugar de administrar su isla.

Bueno, recordarles que la navegación está cerrada desde noviembre a abril, evidentemente por los hielos que bajan lentamente hacia la lejana Budapest (llamada en Viena
Ofen).
Así que ya saben, si visitan Viena en verano, excursión fluvial; si la visitan en invierno disfruten del olor del vino con canela y las castañas calientes (llamadas en la ciudad “marroni” debido al color), así como del mercado navideño frente al ayuntamiento (
Christkinderlmarkt), donde encontraran todo lo que se puede colgar de un abeto y muchas cosas más.
Seguiremos en próximas entregas con detalles de la ciudad, pero déjenme decirles que los únicos ríos que atraviesan la misma son el río
Wien, que en parte fluye bajo el pavimento hasta que tributa en el canal del Danubio (con una desembocadura en estilo modernista primorosamente realizada), y el río
Alser, que da nombre al distrito de
Alsergrund (en el que vivió toda su vida un tal doctor Freud).
Les he hablado de las antiguas inundaciones, que afortunadamente ya no tienen lugar pero, eso sí, si alguna vez sus señorías deciden acudir a la ciudad, y leen “
Hochwasser”, súbanse rápidamente a la cúpula de San Miguel del
Hofburg y esperen a que las aguas vuelvan a su cauce.
Fuera de bromas, sé que mucha gente espera saber de qué color es el Danubio. Les debo una respuesta, así que ahí va. El Danubio, queridos amigos, es marrón como todos los ríos, pero les aseguro que (a diferencia de los otros) se torna azul intenso si se mira con los ojos del corazón.
Hasta pronto.
Servus.
P.D.: Les añado al artículo una foto satélite para que distingan la distribución de los distintos “Danubios”.
P.D.: Un saludo cariñoso a Sucro o Cullera.