Les confieso que guardaba lo siguiente para sorprenderles, y espero así hacerlo. Miren, una ciudad que no se reinventa así misma en un perpetuum mobile está condenada al fracaso.
Pero ocurrió un hecho. Andaba yo -el domingo pasado- con parte de mi gente paseando por los jardines del rio Turia, y entramos en el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe. La cuestión: tuve un dejá vú, y no sabía si estaba en el susodicho museo o en el pasillo hipóstilo de la entrada de la tumba del Faraón Pepi II Neferkera. Y ahí vino la inspiración para el artículo que sigue.
La lista de arquitectos es interminable, y aunque a cada uno corresponde un estilo -por lo demás inconfundible- Dios en su infinita sabiduría ha permitido que un puente moderno no sea el clon, del clon, del clon… repetido incansablemente aquí, allá y acuyá.
Hace dos años pasé por Lieja, Bélgica, en un viaje a mi propio pasado. Y claro, no sabía si estaba en Valencia o Lisboa: la estación nueva es un trozo del famoso Museo de las Ciencias Príncipe Felipe. Hay una diferencia que hace a un arquitecto inmortal: su estilo sin repeticiones.
En el proceso de construcción de un edificio hay algo más que retar en tamaño a la pirámide de Kheops, vamos pienso. Repetir ad nauseam un puente no hace la fortuna ni del arquitecto ni del puente, afea la ciudad. En fin, que viva Benimamet y la nueva orden de Calatrava.
Hans Hollein es un arquitecto nacido en Viena en 1.934. Fue alumno en la escuela de Bellas Artes de la Ciudad. Posteriormente amplió sus estudios en Estados Unidos. Después pasó a Alemania y fue -y sigue siendo- el único que se ha atrevido a plantar un edificio en frente de la Catedral de San Esteban en Viena.
Creó una polémica brutal. El tiempo pasó, y hoy la archiconocida “Hass Haus” se ha convertido en un lugar turístico más, en el epicentro del casco antiguo. Hoy se le considera uno de los gurús del arte postmoderno. Les recomiendo su Web. Así mismo, les añado un video sobre la casa Hass Haus, así se hacen una idea.
Si van allí no dejen de visitar (por fuera) la Joyería “Schullin” pues la fachada es del mismo maestro. Por cierto, la Hass Haus tiene otra cosa a su favor: construida con fina ironía, dentro alberga un centro comercial, un hotel y algunas sorpresas -como un trampolín en el tejado y una escalera que no lleva a ninguna parte-. Si uno está en Viena, ¿por qué razón iría a otro lugar? Lean entre renglones.
Por otro lado debemos de introducir a otro de los gurús de la postmodernidad.
Friedrich Stowasser nació en Viena y murió al terminar el siglo XX. Pero todo el mundo lo conoce por su “alias” Friedensreich Hundertwasser. Friedrich Stowasser tuvo la mala suerte de nacer en una familia de religión judía. Antes de cumplir los veinte años, todos sus familiares fueron asesinados en los malditos campos de concentración nazis.
Hundertwasser asistió muy poco tiempo a las clases de la Facultad de Bellas Artes de Viena, y en 1948 comenzó a trabajar en su propia producción.
El nombre de Friedensreich significa "Reino de la paz". Los otros nombres que eligió para sí fueron Regentag y Dunkelbunt, que se corresponden con "Día lluvioso" y "Oscuro, multicoloreado". Su nombre/pseudónimo: Friedensreich Hundertwasser significa "Reino de la Paz Cientos de Aguas". En algunas obras, el amigo firma como 百水, traducción al nipón de su apellido.
De este hombre se puede decir lo que se quiera (para gustos colores), pero su Kunsthaus o su Fernwärme (central de energía) del barrio Spitelau son maravillas de un mundo de Oz. Su arquitectura, inconfundible pero cambiante. Quizás sea el único postmoderno que le declaró la guerra a las líneas rectas, integrando jardines en los techos, colores en las fachadas, rupturas en las líneas y aromas en ventanas. Vaya, que viene a ser a Viena lo que “la flor de la Canela” a Chabuca Granda. Visiten por Dios su Web. Y que conste que no es uno de mis favoritos, pero al Cesar lo que es del Cesar.
No desesperen, en la próxima entrega les hablare de la Cooperativa Himmelblau, tremendos arquitectos que se permiten hacer un edificio al lado de la Opera de Praga -en forma de una pareja de bailarines- y bautizan a su obra como “Ginger y Fred” en clara alusión a la Rogers y al Astaire.
¡Que viva Benimamet! Pero, por favor, con nuestra cruz de Calatrava tenemos suficiente penitencia, Amén.
Servus.
3 comentarios:
saludos a colombia
la entrega numero XVI de Viena vá dedicada a maria jose lahuerta,
Muchas gracias por dedicarme el comentario, estoy conociendo y disfrutando de Viena a traves de ti.
Servus. Mª Jose Lahuerta
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