La familia (II). El complejo de destete (1)

Destete Este complejo representa la forma primordial de la imago materna, dando lugar a los sentimientos más arcaicos y estables que son vínculo de unión del sujeto con la familia. El complejo del destete es el más primitivo del desarrollo psíquico que integra todos los complejos ulteriores y viene determinado por factores culturales, siendo desde este estadio primitivo diferente del instinto. Sin embargo, se asemeja al instinto en dos aspectos:

  1. El complejo del destete tiene rasgos generales en toda la especie.
  2. Representa en el psiquismo una función biológica: la lactancia.

De ahí los comportamientos que unen al niño con su madre, apareciendo en ello un carácter también fisiológico, dejando este instinto maternal de actuar en el animal cuando ha llegado el fin de la cría. Sin embargo, en el hombre se encuentra condicionado por una regulación cultural, que se manifiesta como dominante.

Apareciendo el destete en el hombre como un trauma cuyos efectos individuales se plasman en diversas sintomatologías: toxicomanías por vía oral, neurosis gástricas, etc. El destete por tanto, deja una huella permanente en el psiquismo humano, producto de esa interrupción en la relación biológica. Esta huella psíquica es la primera, sin duda, cuya solución presenta una estructura dialéctica, o sea solución, que se resuelve con una intención mental a través de esta intención el destete es aceptado o rechazado. Esta aceptación o rechazo no se conciben como una elección aunque determinan, como polos que coexisten, una actitud ambivalente, aunque uno de ellos prevalece (Melanie Klein).

El rechazo del destete es lo que instaura lo positivo del complejo, o sea, la tendencia a restablecer la imagen de dicha relación, cuyo contenido está formado por las sensaciones características de dicha edad, aunque su forma no aparece hasta que se produzca una organización mental de ellas.

Sabemos que este estadio es anterior al advenimiento de la elección de objeto, por lo que no podrán dichos contenidos, aún, representarse conscientemente, aunque sí que evolucionan a nivel inconsciente intentando modelar estructuras psíquicas ulteriores, volviendo a ser invocadas por asociación. De ahí que dichas sensaciones no se encuentran suficientemente coordinadas después del doceavo mes, como para que se haya completado el reconocimiento del propio cuerpo (imagen especular) y la noción de lo que es exterior.

El estadio del espejo corresponde a la declinación del destete, destete prematuro debido a un retraso en el crecimiento psíquico del hombre. Fragmentación del cuerpo e intento de consolidar esa unidad con respecto a la imagen especular de un otro, al que se identifica de una manera imaginaria y para siempre en uno mismo, o sea, se alinea el sujeto en ese eje imaginario dando lugar así a un mundo narcisista del Yo, en el sentido puramente energético de catexia de la libido sobre el propio cuerpo –narcisismo primario– y la consolidación de un ideal. Ya dijimos que en un primer momento el sujeto vive esa imagen especular como una intrusión temporal de tendencia extraña, o sea, intrusión narcisista. Esta intrusión primordial permite comprender toda proyección del Yo, cuando ésta se integra en un Yo neurótico.

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