Oh, Wien, stadt meiner träume!! (Parte X)

En psicoanálisis, le damos al discurso la importancia que realmente merece. Es por ello que, a pesar de la voz del consciente, siempre se oye otra cosa, en otra escena; Y es que Viena, como un paciente más, se debate entre su hoy y un ayer que retorna por reprimido.
Si siguen leyendo entenderán la advertencia que nos permitimos hacer en la entrada de hoy.
Wien, en eslovaco Viedeň, en checo Vídeň, en croata y en serbio Beč, en húngaro Bécs, en esloveno Dunaj, siempre sugiere leyendas y un poder perdido en las tinieblas del tiempo.
Bueno, seamos un tanto pacientes o jamás entenderemos el lema oficial de la ciudad que reza “WIEN IST ANDERS” es decir: Viena es otra cosa. Y, entre otras cosas, vamos a hablar de la planificación de la ciudad.
Bajo el reinado de Francisco José I se decidió la construcción de la Ringstrasse, avenida circular de cuatro kilómetros de longitud que rodea al primer distrito de Viena. En ella se encuentra la mayor concentración de edificaciones monumentales conocidas. Los distritos llamados Bezirke son veintitrés, y siguiendo las manecillas del reloj se distribuyen alrededor del primero.
Créanme, ni siquiera los nombres tienen desperdicio, así que se los presentaré:
El primer distrito de la ciudad es la Innere Stadt. En el mismo se concentra un largo etcétera de palacios y monumentos, difícilmente catalogables (hablaremos del centro más adelante). El segundo distrito -siguiendo un hipotético reloj, a las tres de la tarde- es Leopoldstadt, en el que se concentra la minoría hebrea de la ciudad y el archifamoso parque de recreo del Prater y su noria gigante. En Landstrasser, tercer distrito de la ciudad, nos encontramos con la demarcación oficial, que hace que una línea imaginaria corra por el centro de la calle, de tal manera que divide a Europa occidental de Europa oriental.
En el cuarto distrito o Wieden, lo heterogéneo prima de tal manera que al lado de la iglesia de San Carlos Borromeo se sitúa el museo de historia de la ciudad, que concentra grandes obras y alguna sorpresa más.
Como comprenderá elector, si en cada esquina hay una historia y en cada calle una leyenda, resulta harto difícil poder avanzar si no nos proponemos un alto en el camino.
Y es que el quinto distrito, llamado Margareten, es el que tiene el honor de ser la plaza sobre la que se asienta el palacio Belvedere, uno de los símbolos de la ciudad. El Belvedere se divide en alto y bajo Belvedere, y se concluyó en mil setecientos veinticuatro como residencia de verano para el príncipe Eugenio de Saboya. La excusa fue la victoria sobre los turcos. Hoy en día alberga el museo barroco, el museo medieval y la galería de arte moderno.
El Belvedere por sí solo representa como conjunto monumental, en el centro de la ciudad, uno de los emblemas de la misma existencia de Austria, pues aunque muchos lectores no lo sepan, el país fue ocupado en cuatro sectores, igual que su prima alemana. Viena fue así mismo dividida en cuatro sectores, uno británico, uno estadounidense, uno francés y uno soviético. El centro de la ciudad corrió otra suerte, pues ante la falta de entendimiento de las autoridades vencedoras, las cuatro potencias administraron conjuntamente el primer distrito.
Hoy en día el Belvedere se ha convertido en un emblema de lo austriaco. En 1955 Austria fue liberada de la ocupación, prometiendo -eso sí- no unirse jamás a sus primos alemanes. Dicha simbólica neutralidad acabó el día en el que la república alpina entró en la Unión Europea.
Aún hoy en día resuenan los ecos de aquel 1955 -las palabras del Presidente de la república mas monárquica del mundo- cuando desde el balcón del alto Belvedere lanzó la buena nueva: “Österreich ist frei” (Austria es libre). Y lo es, lo es…
…pero no de su pasado.
Y es que desde las sombras de la ciudad aún se escucha otro discurso, la letanía de una larga noche en la cual, desde otro balcón, ésta vez del Hofburgg, un austriaco de provincias (llamado Adolfo) se atrevió a declarar en su megalomanía la anexión forzosa de la casa Austria.
El próximo día seguiremos hablando de aquella noche de siete años.
Servus.

2 comentarios:

Teresa Coll Sanmartín dijo...

Respecto al retorno de lo reprimido, es verdad que Viena, capital de un pequeño estado creado rápida y artificialmente por las potencias vencedoras de la 1ª G. M., se debate entre su hoy y un ayer que retorna por reprimido.
No hay que olvidar que Austria se vio obligada a aceptar una independencia que rechazaba absolutamente(caso insólito en la historia, el de un país que no buscó ni quería la independencia, sino que al contrario, buscó, ante la disolución del imperio, posibles uniones con sus vecinos de siempre, pero no se lo permitieron).
Viena, que había sido el corazón de un antiquísimo imperio plurinacional, no quería quedarse sola, pues le cortaban así todos sus vínculos de sangre y, sin esos vínculos, la dejaban mutilada. Además, pasaba a ser capital de una república de habitantes ciertamente muy poco republicanos. En un abrir y cerrar de ojos perdía toda su magnificencia, poder y oropeles y una pobreza casi extrema, consecuencia de la guerra y la independencia “por decreto”, la llevaba a mendigar ayudas y apoyos..
Con todo esto y con cosas más terribles que aún estaban por venir y por mucho que hayan tirado adelante como si el trauma estuviera olvidado, ¿cómo no va a retornar por reprimido su pasado?.

Valentín Sánchez Baumgarten dijo...

fascinante comentario el de la amiga teresa coll , que aunque no lo espere lo verá mañana o pasado colgado en nuestro blog
servus