Introducción a la obra de Lacan (XIV)

Tenemos pues que cuando un sujeto se comunica con otro, esa comunicación (lo que llamamos el lenguaje común), siempre está mediatizada por el eje imaginario a-a'. Dicho de otra manera, cuando un Yo se comunica con otro Yo distinto, pero semejante, resulta que hablarle a otro se convierte invariablemente en un diálogo de sordos. Es frustrante pero es así.

Por ello cuando un S se dirige a un A nunca llega a él directamente, porque ese Otro verdadero A está al otro lado del muro del lenguaje, así es como el sujeto S se encuentra fuera del circuito de su verdad (ir a la pág. 367 del t. II, notación Beta), esto nos lleva a que por más que la dialéctica de la intersubjetividad suponga un A verdadero –cuya existencia debe aceptarse para fundamentar la ubicación del sujeto que habla– esto se resuelve en definitiva en un intercambio imaginario de Yo a Yo... de a-a’ (Pasar a la anotación Alfa, pág. 367. t. II).

Por tanto la cuestión de la alienación del sujeto Yo (je), en y por el lenguaje, siempre sucede a favor de lo imaginario del Yo (moi) (Das ich), en ese sentido es en el que Lacan enfatiza la frase en la que afirma, el sujeto no sabe lo que dice, y con toda razón, puesto que no sabe lo que él es.

Registros

0 comentarios: