El falo: conclusiones

El falo es el significante de ese levantamiento mismo que inicia por su desaparición. Es pues, este falo el significante que cae sobre el significado, marcándole. Así es como se produce una condición de complementariedad, en la instauración del sujeto por el significante. Es decir, la Spaltung.

A saber:

  1. El sujeto sólo designa un ser poniendo una barra en todo lo que significa . Es decir, da significados a los significantes, lo cual lo convierte en un sujeto en busca del deseo.
  2. Lo que está vivo de ese ser en lo reprimido originario, encuentra su significante por recibir la marca de la represión del falo, del significante fálico. (Gracias a lo cual el inconsciente es lenguaje. En las psicosis no hay Urver-dräungnung, no hay represión originaria de ese significante fálico . Hay Verwerfung, o sea, repudio).

¿Dónde tiene acceso el sujeto al falo? Pues en el lugar del Otro, en tanto en cuanto ese es el lugar de los significantes. Pero allí, en el Otro grande, el falo está velado, está y no está, es presencia y ausencia, es razón del deseo del Otro, única manera que tiene el sujeto para preguntarse por su deseo, pues el deseo es siempre deseo del Otro.

Es ese deseo del Otro como tal, lo que al sujeto se le impone reconocer, es decir, el Otro. Pues el deseo del Otro hace referencia al propio sujeto, por tanto un otro pequeño, en cuanto que es el mismo sujeto dividido de la Spaltung, de la escisión del significante.

Que el falo tiene función significante es algo que no escapa a la clínica, he ahí el hecho kleiniano en el que el niño aprehende que la madre contiene, en cursiva, el falo. Pero donde se ordena el desarrollo de lo que venimos diciendo, tiene lugar en la dialéctica de la demanda de amor. (No sé si lo he dicho, pero no vamos a hablar de amor). La demanda de amor padece de un deseo, cuyo significante le es extraño, ajeno, pues si el deseo de la madre es el falo, el niño quiere ser el falo para satisfacer el deseo de la madre.

La división inmanente al deseo se hace sentir por obra y gracia del intento del sujeto de presentar al Otro, lo que puede tener de real que corresponda al falo, pues lo que tiene no vale más que lo que no tiene. Es en el momento en que el sujeto se da cuenta, se apercibe que la madre no tiene el falo, es en ese momento que se inaugurará la posible consecuencia sintomática, fobia para unos, penis-neid para otras y no sólo para otras, que el complejo de castración deja su marca.

El futuro del sujeto dependerá, como ya vimos en el complejo de Edipo, de la manera en que el padre introduzca la Ley. Pero ¿Cómo se juega entre los sexos las relaciones en función del falo? Siempre girarán en un ser o tener, que son un ser y tener que se refieren a un significante, y que por ese motivo tienen, como dicen Lacan, efecto contrariado, al dar por una parte realidad al sujeto en ese significante –de ahí se puede coger– y por otra parte, condenar al sujeto a la irrealización de las relaciones que pueden significarle –resbalan en el vacío, un no hay–.

Todo esto, lo venimos diciendo desde hace rato, tiene sus efectos a nivel de la relación entre los dos sexos, vaya que sí, en una suerte de comedia. Porque la mujer rechazará una parte de la feminidad para ser el falo, es decir el significante del deseo del Otro grande. Al no serlo (el falo) es por lo que pretende ser deseada al mismo tiempo que amada. Pero ¿y ella? ¿Dónde encuentra el significante de su deseo, de su propio deseo? Pues es muy sencillo, lo encuentra en el cuerpo de aquel a quien se dirige su demanda de amor, es por esta función significante, que el órgano que queda revestido de esta función, toma valor de fetiche: El pene. ¿Qué resultado tiene para la mujer todo esto? Pues se ve en la frigidez, que es ausencia de satisfacción propia de la necesidad y que las mujeres toleran bien, mientras que la represión inherente al deseo es menor que en el hombre[1], hay menor represión en la mujer.

Si el hombre encuentra cómo satisfacer su demanda de amor en la relación con la mujer, por el hecho de que ella en el amor –por obra del significante fálico– da lo que no tiene, eso hará que el hombre busque otra mujer, otra y otra, que pueda significar ese falo a títulos diversos, ya sea como virgen, ya sea como prostituta. El colmo santa y puta, eso es lo que se busca para preservarlo. Todo ello hace que en el caso del hombre la impotencia se viva fatal, y que al mismo tiempo la represión sea mayor.

Con respecto a la homosexualidad masculina, se constituye, como marca fálica del deseo, tener el falo, el falo de Otro se entiende, mientras que la homosexualidad femenina se orienta en una decepción que refuerza la vertiente de la demanda de amor. Todo ello nos lleva a que aparezca la curiosa consecuencia de que la ostentación viril, ser muy macho, sea una ostentación femenina.

Sé entrevé pues lo dicho por Freud, a saber: qué no hay más qué una libido y ésta es de naturaleza masculina. La función del significante fálico, desembocará aquí en su relación más profunda, aquella por la cual los antiguos encarnaban en él la inteligencia y la palabra.


[1] Jacques Lacan, La significación del falo, Escritos 2, México, Siglo XXI, 1989, p. 674.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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