El Yo (I). En la teoría de Freud

El Yo es la interferencia del Ello con el mundo exterior. Pese a que el psicoanálisis otorgue poca importancia (y credibilidad) al Yo como estructura o instancia, ésto no quiere decir que se le dé poca importancia al discurso yóico.
Vamos a enumerar algunas características del Yo:

  • El Yo gobierna la motilidad voluntaria, y su tarea consiste en preservar la autoconservación en un doble sentido: por un lado frente al mundo exterior, y por otro, adecuando éste a su propia conveniencia.
  • El Yo tiende a buscar la satisfacción mediante la descarga libidinal, (siempre y cuando ésta no sea excesivamente fuerte como para acercarle demasiado a un estado de placer digamos cero).
  • De esta forma, el Yo busca el placer. El displacer es percibido como indeseable o incluso peligroso, bien proceda del exterior o de sensaciones interoceptivas.
  • El Yo periódicamente abandona su conexión con el mundo exterior para descargarse y modificar su organización. Este fenómeno ocurre durante el sueño, que a su vez permite al Yo ser de nuevo plenamente operativo durante la vigilia.
  • El Yo no es más que la representación teatralizada de los deseos del inconsciente de cada aparato psíquico.
  • Los “yoes” se representan como sujetos por el hecho de que hablan, y en el momento en que lo hacen siempre hay presente un doble discurso: el discurso aparente (el del Yo consciente, el del sujeto del enunciado) y el discurso latente-inconsciente (que es en definitiva el que nos dice la verdad, promovido por el sujeto del inconsciente). Así, no es de extrañar que el discurso yóico, bienintencionado pero superficial, apenas aporte nada en el acto clínico.
  • A nivel estructural, tanto el Yo como el Superyó tienen una parte consciente y una parte inconsciente. El Ello, por lo contrario, es siempre de naturaleza inconsciente.
  • La censura acostumbra a provenir de la instancia superyóica, mientras que la represión suele ser ejercida por el Yo, bien en su vertiente consciente (negación), bien en la vertiente inconsciente (la represión propiamente entendida).
  • El Yo intenta satisfacer al mismo tiempo al Ello y al Superyó.
Como muchos sabrán, existen dos pulsiones básicas: Eros y Tánatos. Ambas pulsiones suelen venir interrelacionadas entre ellas; una siempre acompaña a la otra y es necesario que sea así para que un sujeto mantenga una homeostasis a nivel intrapsíquico.
Originalmente es en el Ello donde se acumula la reserva de libido (reservorio libidinal), pese a que el Yo desvía gran parte de la misma tanto en replecciones narcisísticas (inversión tanática) como en la catexis de objetos externos. En esta última reinversión -apadrinada por el Eros-, en este paso de la libido narcisista a la libido objetal, es donde el sujeto se juega el ejercicio de la "normalidad".
De este modo, la libido siempre se ve desplazada. El estatismo libidinal se considera siempre sospechoso en psicoanálisis, además de considerarse mal pronóstico.

2 comentarios:

Ana Tapia Racionero dijo...

Valentín, ¿es la represión yoica, basada en la negación, la que no está del todo bien hecha y por eso vuelve en forma de síntoma? ¿La exitosa sería la represión propiamente dicha por no producir síntomas?
Gracias por todo lo que nos estás enseñando en el blog. Un abrazo

Valentín Sánchez Baumgarten dijo...

querida amiga ana
la represion que tu llamas yoica al ser consciente no crea sintomatologia crea rasgos de caracter.
el exito de la represion contestandote a la segunda pregunta es aquella que no vuelve por la via del retorno de lo reprimido , que eso si crea sintoma.
un saludo.