Introducción a la obra de Lacan (I)

Tras la muerte de Jacques Lacan, en 1981, se disparó -si cabe aún más- la fama de este psicoanalista freudiano que removió, para nuestra fortuna, los cimientos del edificio anquilosado del psicoanálisis.
Muchos escribieron sobre Lacan, otros lo hicimos sobre su obra. Así, el lector encontrará en estas entregas el estadio del espejo, los tres registros, y francas referencias a nociones de lingüística, topología y filosofía.
Lacan murió, su obra -por el contrario- está más viva que nunca.
Disfruten de esta introducción a la misma.



PRÓLOGO
...y sin embargo se mueve...
-Galileo Galilei-


Realizar una introducción a un texto que aborde aspectos cruciales de la teoría psicoanalítica de Jacques Lacan se presenta siempre como tarea ardua, pues los textos lacanianos gozan de una fama especialmente hermenéutica, sobre todo para aquellos lectores no familiarizados con el mundo psicoanalítico a la francesa.

Afortunadamente, los 80 años de la vida tormentosa de este singular psiquiatra e innovador en el psicoanálisis mundial han dado como fruto un empuje –ein trieb val-dría decir, parafraseando a los más ortodoxos en la materia– a una ciencia, el psicoanálisis, que sigue disfrutando de una buena salud.

Y para ello pensamos que una de las estrategias básicas es la de allanar el acceso al pensamiento y obra de Lacan a través de una serie de conceptos que van, desde aquellos cuya naturaleza es básica hasta la complejidad –in crescendo– de una corriente ideológica hija de su tiempo.

La presente obra constituye una de las aproximaciones posibles, y por tanto relativa, a todo el despliegue teórico de varios años de enseñanza de una técnica cuya clave se juega en otra escena. No hay que olvidar que el estilo es el hombre... a quien uno se dirige, como diría Jacques Lacan y no hay que olvidar que él mismo era estructuralista, lo cual le coloca en la misma corriente que a un Claude Levi-Strauss que resumió y pormenorizó en Las estructuras elementales del parentesco los principios básicos del pensamiento citado ut supra.

Y es que no por sabido que tras la apariencia se oculte una lógica interna, la tan manida estructura, debamos desdeñar la investigación teórica, llevando –ese es nuestro fin– la teoría psicoanalítica a los diferentes profesionales que rozan en su quehacer cotidiano lo más elemental del ser humano, a saber: sus estructurados y aparentemente bien delimitados Yoes.

Difícil labor, pues, la de llevar una teoría a la aplicación pragmática del día a día cuando la difusión, –verdadero caballo de Troya de la cultura– encuentra trabas por doquier, donde la siembra a veces no da como fruto lo que se entregó a una tierra. Y es en esta tónica –mirabile visu– donde el Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación (IMCED) y José Mª Morelos, mediante una política real de sembrar a todos los vientos, se erige en valedor y garante de una producción cultural que venga a sacar al potencial lector –poco precavido– de un destino tan funesto.

El presente trabajo es fruto de la febril actividad de los años 1992 y 1993, cuando los programas de formación en psicoanálisis para futuros alumnos didácticos se encontraban aún en ciernes. Respondía pues en principio a una demanda social de acercamiento a un autor difícil y, por qué no decirlo, mítico al mismo tiempo.

Por ello me cupo intentar en forma de Seminario lo que ahora se presenta a la manera de texto escrito. Muss es sein? (¿así debe ser?). Intentaremos recrear el lugar donde el lector encontrará una perspectiva de la obra lacaniana, desde un punto de vista que le hará aproximarse a conceptos tales como el estadio del espejo o el deseo y su interpretación, por no hablar de la causa del mismo o sea, de lo que falta... y falta siempre.

De hecho, Jacques Lacan no se cansó de denunciar la falsa naturaleza de la pretendida sustancia objetal como un puro camelo, y es que el objeto existe por la pura pre-existencia de la angustia; sin angustia no hay objeto, valdría afirmar, por ello surge como real la necesidad emergente de hacer desaparecer la señal de angustia por la única vía dada a los mortales, mediante la desatomización del objeto, con lo cual el deseo, verdadero representante de la pulsión, necesita de la piedra angular llamada falta, sin la cual faltaría bastante para disfrutar de un Universo más o menos simbolizado en el orden significante.

Y es que la falta –verdadero sello de fábrica del inconsciente– no es una falla de objetos concretos, sino la falta estructural de base filogenética insertada en la propia naturaleza humana desde sus orígenes –eso hizo la fortuna de la especie– por lo que no hay absolutamente nada que lo cubra totalmente, afirmación que no por rotunda estamos dispuestos a dejar de defender, sobre todo teniendo en cuenta nuestra posición de denuncia de un sujeto humano instalado desde su Yo en el centro de un universo alienante.

No podemos por tanto intentar abarcar la vasta obra lacaniana en el reducido espacio de un libro, pero al menos el interesado encontrará una referencia que le hará aproximarse a uno de los campos más apasionantes del ser humano.

Por último mi agradecimiento más profundo a la política sostenida con tenacidad y eficiencia por el Departamento de Publicaciones del IMCED y en especial a su Director General M.C. José Reyes Rocha, al desarrollar, editar y difundir investigaciones que forman parte del acervo común de aquello que se viene en llamar la obra colectiva de la humanidad.

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