Oh, Wien, stadt meiner träume!! (Parte XIII)

Queridos amigos, hoy les propongo una pequeña excursión o paseo: recorrer andando un trayecto de cinco kilómetros, que van desde el palacio imperial de Schoenbrunn hasta la iglesia de San Carlos Borromeo, sita en el centro de la ciudad.
Lo que en principio era un coto de caza a las afueras de Viena, pronto se convirtió en un complejo palaciego llamado Schoenbrunn o Schönbrunn, según las dos grafías oficiales del alemán standard. El nombre le viene por haber descubierto el Kaiser Leopoldo I una fuente que le pareció hermosa (en alemán Schoenen Brunenn). Fue el gran arquitecto Johann Bernhard Fischer von Erlach el encargado de construir un complejo imperial a mayor gloria de la dinastía Habsburgo. Pese a ello, el primer proyecto no fue bien recibido por el monarca pues, como le dijo el Kaiser a su arquitecto, “soy el Emperador, no el semidiós de Versalles”.
Finalmente, el Kaiser Carlos VI no mostró ningún interés por seguir con las obras del complejo, siendo su hija la Emperatriz Maria Theresa la que echó mano del arquitecto Nicolaus von Pacassi para la renaudar el proyecto de la residencia de verano, hoy en día emblema fundamental de la historia de centroeuropa.
Ni que decir tiene, que en el siglo XIX Schoenbrunn se convirtió en el centro de la política internacional, donde se trazaban las fronteras de nuevos estados o desaparecían otros reconvertidos en provincias.
En fín, tienen ustedes a su disposición en varios idiomas todas las explicaciones que deseen sobre este palacio en la pagina oficial del gobierno austriaco.
Como les decía, nuestro recorrido puede ir desde este inmenso complejo, pasando a través del distrito en el que se encuentra, llamado Hietzing, (quizá el más exclusivo y residencial), en dirección al centro de la ciudad, a través de la Schlossschoenbrunner Strasse, hasta la confluencia de la Wienzeile, calle serpenteante que transcurre por encima del pequeño río Wien, que sólo se deja ver a tramos hasta su hermosa desembocadura en el canal del Danubio.
En la calle Linkewienzeile pueden encontrar algunas de las joyas más preciadas del modernismo, tales como la Majolikahaus, la "casa de los medallones” y un largo etcétera. No hace falta que las busquen, ellas les encontrarán a ustedes.
Los sábados en la Wienzeile se abre el Naschmarkt -mercado de las delicias- donde encontrarán desde las clásicas salchichas vienesas, pasando por frutas de las que nunca oyeron ni hablar, hasta baratijas y antigüedades de dudosa calidad, empeñadas por aristócratas venidos a menos.
Por si fuera poco, se tropezarán de frente con el palacete de la Sezessión. Descúbranlo ustedes mismos, no les pienso adelantar nada. Además, tienen una foto en la cuarta entrega de la serie que presentamos.
Tal y como les prometí, llegarán al final del trayecto en la plaza de la Iglesia San Carlos Borromeo, ejemplo depurado del barroco vienés.
Por cierto, no se pierdan las estaciones de metro de esta plaza, obras primorosas de Otto Wagner.
¡Ah! En una esquina de la plaza se pueden tomar un refrigerio en el Café Museum, obra del arquitecto y “enfant terrible” vienés, Adolf Loos.
Servus.

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